Ciclo Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear

El desastre nuclear de Chernóbil, por Olga Palubyak, Cesur Murcia.

El desastre nuclear de Chernóbil, por Olga Palubyak, Cesur Murcia.

 

En Cesur Murcia, clausuramos el periplo de Medicina Nuclear, y comenzamos el tercer trimestre con el segundo artículo que Olga Palubyak, alumna de 2º curso de DUAL del CFGS Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear ha decidido rememorar.

El desastre nuclear de Chernóbil.

 

La ciudad de Pripyat, en Chernóbil, contaba con todos los lujos modernos que el gobierno soviético de la época podía ofrecer a los trabajadores de la central nuclear que vivían en ella. Pero todavía hoy, 31 años después del terrible accidente nuclear, es una ciudad fantasma.

Pripyat, desastre nuclear.

Pripyat, desastre nuclear.

Pripyat fue una ciudad modelo de la sociedad soviética fue fundada en 1970 y construida expresamente para las familias de los trabajadores de la central nuclear. Fue una ciudad muy completa con teatros, cines, restaurantes, centros comerciales, supermercados, y un completo sistema de transporte. La ciudad estaba asentada en una zona estratégica un clima templado, bajo una tierra fértil y al lado de un río. La ciudad comenzó a desarrollarse, convirtiéndose en una de las zonas más agradables para vivir en toda la antigua URSS. Debido a eso, la población en sólo 16 años creció hasta más de 40.000 personas.

Reactor nº 4, desastre nuclear.

Reactor nº 4, desastre nuclear.

El día  26 de abril de 1986, el reactor nº 4 estalló durante el transcurso de una prueba de seguridad mal ejecutada el cual emitió 400 veces más radiación que la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima en 1945. Se produjo un envenenamiento del núcleo por el gas xenón que culminó en dos grandes explosiones a las 01:24 de la madrugada.  En las primeras horas, no sabían que había estallado el reactor. Pero no lo sabían porque nadie lo sabía. La misma lógica errónea de los responsables de la instalación que provocó el accidente les hizo creer que había estallado el intercambiador de calor, no el reactor, y así lo informaron.

Debido a este motivo, en un primer momento se echaron sobre el agujero millones de litros de agua y nitrógeno líquido, con el propósito de mantener frío y proteger así el reactor que creían a salvo y sellado más allá de las llamas y el denso humo negro. Esto contribuyó a empeorar las consecuencias del siniestro, pues el agua se  evaporizaba instantáneamente al tocar el núcleo fundido a más de 2.000 ºC; y salía disparada hacia la estratosfera en forma de grandes nubes de vapor que el viento arrastraría en todas direcciones.

Chernóbil, desastre nuclear.

Chernóbil, desastre nuclear.

De todos modos, tenía poco arreglo, era preciso apagar los enormes incendios. Cuando el fuego quedó extinguido por fin, no sólo había pasado la contaminación al aire, sino que ahora tenían una gran cantidad de agua acumulada en las piscinas de seguridad bajo el reactor. Estas piscinas de seguridad, conocidas como piscinas de burbujas, se hallaban en dos niveles inferiores y tenían por función contener agua por si fuese preciso enfriar de emergencia el reactor. También servían para condensar vapor y reducir la presión en caso de que se rompiera alguna tubería del circuito primario, junto a un tercer nivel que actuaba de conducción, inmediatamente debajo del reactor. Así, en caso de ruptura de alguna canalización, el vapor se vería obligado a circular por este nivel de conducción y escapar a través de una capa de agua, lo que reduciría su peligrosidad.

Chernóbil, restos desastre nuclear.

Chernóbil, restos desastre nuclear.

Ahora, después de la aniquilación, estas piscinas inferiores estaban llenas de  agua procedente de las tuberías reventadas del circuito primario y de la utilizada por los bomberos para apagar el incendio y en el vano intento de mantener frío el reactor. Y sobre ellas se encontraba el reactor abierto, fundiéndose lentamente en forma de lava a 1.660 ºC. En cualquier momento podían empezar a caer grandes goterones de esta lava poderosamente radioactiva, provocando así explosiones de vapor que subirían a la atmósfera cientos de toneladas de corio. Eso habría multiplicado a gran escala la contaminación provocada por el accidente, destruyendo el lugar y afectando gravemente a la habitabilidad de toda Europa.

Se tomó la decisión de vaciar las piscinas y en condiciones normales, esto habría sido una tarea fácil, bastaba con abrir las esclusas mediante una sencilla orden al ordenador que gestionaba la central. Pero con los sistemas de control electrónico destruidos, esto no resultaba posible. De hecho, la única manera de hacerlo ahora era actuando manualmente las válvulas. El problema es que las válvulas estaban bajo el agua, dentro de la piscina, cerca del fondo lleno de escombros altamente radioactivos que la hacían brillar tenuemente en color azul,  justo debajo del reactor. Alguien tendría que ir hacia el reactor donde la radioactividad era tan intensa que provocaba un sabor metálico en la boca, confusión en la cabeza y como agujas en la piel. Luego habría que sumergirse en el agua para abrir las válvulas a mano, una operación difícil y peligrosa incluso en circunstancias normales.

Los dos primeros voluntarios fueron Alexei Ananenko y Valeriy Bezpalov. El primero un experto en la industria nuclear que participó en el diseño de la misma, el otro trabajaba como ingeniero en la central. Ambos son ingenieros nucleares salidos de universidades, evidentemente sabían cuál sería su destino. Ambos tenían hijos y familia.  Un tercer voluntario salio a petición de los dos primeros, ya que necesitaban a alguien que les iluminara con una lámpara subacuática mientras ellos buceaban hacia las válvulas en una inmensa oscuridad con sólo un tenue y mortecino brillo azul. Ese voluntario fue un joven trabajador de la central Boris Baranov.  Murieron todos  pocas horas después, pero consiguieron abrir las esclusas dejando salir el agua de las piscinas  y salvando así probablemente la habilidad de Europa.

Alexei Ananenko y Valeriy Bezpalov

Alexei Ananenko y Valeriy Bezpalov

Chernóbil, biorobots.

Chernóbil, biorobots.

Eran llamados biorobots, cuando la maquinaria dejaba de funcionar por la alta radiación todo el trabajo debía realizarse a mano. Entre el casi un millón de voluntarios que acudieron a apagar el reactor habían personas de todo tipo, tanto hombres como mujeres, algunos eran especialistas en la industria nuclear y tenían alguna idea de lo que estaba ocurriendo, otros eran personas corrientes que realmente no entendian la gravedad del asunto.

Chernóbil, bomberos.

Chernóbil, bomberos.

Los bomberos se turnaban entre vómitos y diarreas radiológicas para subir al mítico tejado de Chernóbil (más de 40.000 roentgens/hora) para apagar desde allí los incendios . Los pilotos detenían sus helicópteros justo encima del reactor abierto y refulgente para vaciar sobre él los buckets de arena y arcilla con plomo y boro. Los técnicos y soldados que corrían por las galerías devastadas gritando las lecturas de los contadores Geiger y de los cronómetros para romper paredes, restablecer conexiones y bloquear canalizaciones en turnos de cuarenta o sesenta segundos alrededor de la sala de turbinas (20.000 roentgens/hora). Los mineros e ingenieros que trabajaban en túneles subterráneos, inundados de agua con un siniestro brillo azul, para instalar las tuberías de un cambiador de calor que le robase algo de temperatura al núcleo fundido a escasos metros de distancia. Los miles de trabajadores y arquitectos que levantaban el sarcófago a su alrededor, retiraban los escombros radioactivos y evacuaban a la población.

Chernóbil, voluntarios de la URSS

Chernóbil, voluntarios de la URSS.

Salvo a los soldados  a nadie se le prohibía irse si no quería seguir allí, casi nadie lo hizo. Muchos de ellos llegaron como voluntarios desde toda la URSS, especialmente muchos estudiantes y posgraduados de las facultades de física e ingeniería nuclear. Esta fue la clase de hombres y no pocas mujeres que lucharon contra el desastre radiactivo.

Unos 150 roentgens son los que recibió Igor Kostin, uno de los primeros fotógrafos en documentar la catástrofe unos tres días después de lo ocurrido. Encontró la manera de entrar en la zona gracias a unos viejos contactos que él tenía. Igor recuerda que para ese entonces la gente de la URSS no entendía muy bien la magnitud de la catástrofe ya que no había ninguna información oficial exceptuando una pequeña noticia con una foto en los periódicos, mientras que en los medios extranjeros gritaban sobre miles de fallecidos.

Las siguientes fotos trajeron a este gran fotógrafo diferentes premios en los que destaca el gran premio de World Press Photo. Muchas salieron estropeadas  por la radiación, pero algunas han podido ser rescatadas.  El proyecto ha sido titulado la confesión del reportero.

BIBLIOGRAFÍA

http://www.europapress.es/desconecta/curiosity/noticia-viaje-drone-pripyat-ciudad-fantasma-chernobyl-20141126143601.html

http://lapizarradeyuri.blogspot.com.es/2010/04/los-tres-superheroes-de-chernobyl.html

Muchas gracias Olga, es necesario recordar estos sucesos para aprender de los errores y prevenir nuevas catástrofes.

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